martes, 14 de octubre de 2014

Los tesoros del naufragio.


   Hay una escalera de mano.
La escalera de mano siempre está ahí
colgando inocentemente
cerca del costado de la goleta...
Desciendo...
Vine para explorar el naufragio...
Vine para ver los daños que ha habido
y los tesoros que se han conservado...

   Adrienne Rich, en su poema "La inmersión en los restos del naufragio"


     Dita Kraus era una niña de catorce años cuando fue recluida junto a su familia en el barracón 31del campo de concentración de Auschwitz. Eran los campos del horror, pero una niña les devolvió  a todos la esperanza.
     Alfred Hirsch, es el jefe de dicho barracón. Alemán de origen judío, disfruta de un trato especial, por haber sido instructor de deportes.´Tras convencer a sus superiores de mantener distraidos a los niños mientras sus padres trabajan, crea una escuela clandestina, con una biblioteca secreta, y nombra a Dita bibliotecaria. Su misión: ocultar cada día los ocho libros de la biblioteca.
     Esta es la historia real de Dita, novelada por el escritor Antonio G. Iturbe, en "La bibliotecaria de Auschwitz", y de una de las bibliotecas públicas más pequeñas, recónditas y clandestinas de la historia, y de la manera en que su bibliotecaria se las ingeniaba para ir ocultando los libros... arriesgando su propia vida.
   Allí, con poca comida, crueldad, y trabajo extenuante, los días grises pasan para los adultos, y allí,  Dita saldrá adelante, con su energía, con su valor, y sobre todo, con el apoyo de los libros, cómo esa ventana por la que escapar a otra realidad, cuando el mundo que la envuelve se hace insoportable.

  Fredy, el profesor, se dio cuenta de que Dita, tenía esa empatía que hace que ciertas personas conviertan un puñado de hojas en un mundo entero para ellas solas.
   La novela es un homenaje a Dita,, y en general a todos los que lograron en aquella lúgubre oscuridad de barro, ceniza y sinrazón, se encendiera la luz de una pequeña escuela, y una modesta biblioteca. Dita salvó a muchos niños de la muerte. Esta heroína, tiene hoy ochenta y dos años, y vive en Israel.
   En el mundo, hacen falta más personas cómo Dita, que infunden alegría y esperanza,  que ofrecen su ayuda  y que te dan la mano cuando lo necesitas, sin pedirte nada a cambio.
   Las personas cómo Dita sienten una gran compasión por el otro, y son sensibles a su sufrimiento.
   En estos tiempos de crisis, la mayoría de la gente da la espalda a los que sufren, a los que no tienen nada... prefieren mirar hacia otro lado,ver sólo guirnaldas de colores, escuchar los cohetes... hasta que la vida, un día nos golpea a nosotros... entonces buscamos ayuda, y nos preguntamos: ¿dónde están mis amigos?  para sentir  solo el eco de nuestra voz. Necesitamos personas buenas, personas con sentimientos, personas que se pongan en el lugar del otro... para salir de esta crisis, en la que entramos sólos, y sólo con esperanza podremos salir.
    Por eso, un libro, una sonrisa, la margarita silvestre del jardín, una llamada  de cariño a tiempo...pueden salvar un alma, y devorverle a la esperanza.

Celia Andrades.


martes, 11 de marzo de 2014

En la tierra de los sueños.

  Hay un lugar, un vasto trozo de tierra, que todos poseemos al nacer: es la tierra de los sueños, dónde sembramos las semillas de las ilusiones que luego brotarán cargadas de felicidad.
   En ésas tierras fértiles, dónde nada es imposible, puede vivir cualquiera, no hacen falta pasaportes, permisos de residencia, empleos oficiales, ni matrimonios de conveniencia.
   A diferencia de las discotecas de moda, puedes entrar vestido de cualquier manera, y tengas la edad que tengas, y llegues calzado o desnudo, un trozo es tuyo de por vida.
    Sólo hacen falta tres condiciones para quedársela, y recoger sus frutos:
Abonarla cada día, regarla y mimarla, y tener fe, cómo hace un campesino  cuándo  mira al cielo, implorando la sagrada lluvia que regará la tierra, recuerda, la tierra de tus sueños.
    Hay que ser trabajador, y quitar las malas hierbas de la desidia, de la envidia, de la tristeza y ahuyentar a los pájaros de mal agüero.
    Luego, hay que tener paciencia y esperanza.

     Y si tienes todas estas herramientas de labranza, un día, verás algo verde, algo que brota con fuerza, algo que nadie  esperaba, a no ser tú mismo, y que es sólo tuyo, y te pertenece a ti.

    Michele Obama me gusta, por su iniciativa de plantar un pequeño huerto en la Casablanca, y llevar allí a alumnos de un colegio, a enseñarles a recolectar frutos, y labrar la tierra.
     Enseñar el arte de labrar la tierra, es también enseñar el arte de labrarse la vida y la felicidad.
      Todos venimos de la tierra, con un sueño que cumplir.Ése sueño, que puede durar toda la vida, te acompañará en los días calurosos, en las noches frías y nevadas, en la triste soledad, en la alegría compartida, en la prosperidad y en la escasez.
     El sueño es el faro que te guía, el alimento del alma, la nueva estrella del firmamento y la antorcha del relevo.Va de generación en generación, está en todas las casas, en todas las almas, en todas las plantas, el sueño eres tú y tú eres un sueño.



 


Todos los días que estuve de vacaciones en Roses, veía en la playa,  a una pareja joven, con cierto aire romántico y hippie, hacer estas figuras de arena, con la que se ganaban el pan. No dejaban de sonreirse: ella le traía agua en el cubo, él le  besaba entre palada y palada de arena,  y  los chicos les hacían fotos a sus esculturas  de arena. Luego, cuándo caía  la tarde, una señora mayor, que podría ser la madre de ella, les traía a los dos un bocadillo, para la merienda. Me hubiera gustado hablar con ellos, saber de sus sueños, ellos, que tan generosos nos regalaban su arte, y la estampa de su felicidad.