sábado, 24 de diciembre de 2016

" Cuento de Navidad"


    El niño se acercó a los almacenes Harrods, saltando los charcos, tratando de evitar mojar los viejos zapatos, de suelas corroídas por el uso.
    Llevaba su abriguito verde musgo, herencia de algún niño que lo había donado al orfanato del que se había escapado.
    Ya había oscurecido y una niebla gruesa cómo gelatina caía sobre las calles y envolvía la ciudad del Big Ben. Las mujeres de bien ya estaban en sus casas guisando el pavo de la Cena de Navidad.
   Cuándo llegó al edificio, se sorprendió ante el gran árbol de Navidad repleto de luces de colores: lilas, verdes, azules y rojas, que ocupaba casi toda la calle.
Se acercó al escaparate, y pegó su naricita al cristal. Los labios azulados, los dedos de los pies congelados. Entonces reparó en ella, en una vendedora que vestida de Papá Noel, envolvía regalos. 

   Metió las manos en los bolsillos del abrigo, en uno, un mendrugo de pan seco, en el otro una cajita de fósforos.Sólo le quedaba uno. Consciente de que aquella noche, podría ser su última noche -  cuándo se acabara la luz y el calor del fósforo y la gélida y oscura noche de diciembre se apoderara de él -   decidió entrar en el establecimiento, y se puso a la cola de la dependienta.
   Tardó en llegar un rato. La gente pasaba a su alrededor con prisa, cómo si algo se fuera a acabar pronto. Niños bien vestidos de la mano de sus padres, perfumes jamás imaginados, villancicos cómo música de fondo. Una señora con un visón, le empujó suavemente,y le dijo que para qué hacía cola, si no iba a comprar.

    La dependienta de cabellos de oro envolvía en silencio los regalos. Había aprendido a usar su sonrisa con discriminación, es decir, ya no sonreía ante las injusticias.
    La chica reflexionaba mientras envolvía... "la gente se regala en Navidad... ¿qué es lo que regalan?
¿ qué envuelven y guardan sus regalos?
- Algunos envuelven falsedad, la tapan con celofán, que es transparente, y en su último gesto ficticio, se delatan.
- Otros regalan hipocresía, un saber estar, una incierta educación, están regalando: soberbia.
- Otros regalan humildad, están diciendo: "Mi regalo es pequeño, mi cariño, grande". Ésos son auténticos, daría igual que su regalo no fuese envuelto en papel de colores. Su amor y sinceridad les engrandece.
-Otros, revelan un trato: "Hoy te regalo esto, pero tú tienes que ser cómo yo te diga", Estos regalos se deben rechazar: siempre.
  Y otros, no tienen qué regalar. Te regalan su amor, su cariño, su confianza. Estos son los regalos más grandes, te están diciendo: "el regalo soy yo, que estaré a tu lado, pase lo que pase".

  El niño llegó frente a la dependienta joven, y musitó:
-¿Me puedes dar un poco de papel? Te lo cambio por mi fósforo. El papel le serviría para ponerlo de relleno  dentro de sus zapatos, y protegerse un poco del frío  suelo de la calle.
Se  fijó en el niño. Los ojos azules, casi transparentes, las manitas blancas, la sonrisa graciosa, con un diente torcido. El pelo revuelto, dorado.
- ¿ Cómo te llamas? - le preguntó.
El niño recordó  el mote con el que lo llamaban en el orfanato, pero dijo su verdadero nombre:
- Soy Jesús.
-Jesús- repitió la muchacha  devolviéndole la dignidad del nombre, y el niño sonrió.

  Entonces la chica recordó lo que le había dicho el médico, tres días antes. Lo del latido de más,  que su corazón era más grande que el del resto de los mortales, y que no debería llevar disgustos ni emociones fuertes. Luego recordó lo que le había dicho la dulce Enma, su anciana vecina de escalera:  
  Que algún día encontraría la señal  decisiva, de que ése era su momento y debería aprovecharlo y salir en pos de sus sueños. Miró la papelera, y rescató su libreta  de cuentos,  los que  había estado escribiendo durante todo el año, en las tardes de domingo, al lado de la ventana de la salita, la habitación más luminosa de su buhardilla.
- ¿ Sabes dibujar? - le preguntó a Jesús. -Necesito un dibujante para mis cuentos. El chico puso la boca en forma de O y exclamó:
- ¡En el orfanato tenía una caja de pinturas, y era el mejor dibujante de todos! Más luego, frunció el ceño, y añadió - Pero he dejado los lápices de colores allí...y no quiero volver...
Entonces ella se quitó el disfraz de Papa Noel, y cogió su bolso, la libreta de cuentos, y se puso el abrigo. Le compró a Jesús unos zapatos nuevos, un gorro de lana, y una caja de pinturas con todos los colores del arco iris.
_ La vida es un regalo y un presente- le explicó.
- Sí, es un presente- repitió  el niño, enseñando todos sus dientes , mientras saltaba al compás del corazón de ella.





_ En casa nos espera un estofado...-invitó ella.
 Y salieron de los almacenes, Harrods, a cumplir sus sueños.